La campaña ciudadana “El Agua es Nuestra” convocó, por tercer año consecutivo, a un festival musical con la participación de artistas nacionales de renombre.
El sábado 7 de noviembre amaneció lluvioso, pero el Aguafest daría inicio a pesar de la fuerte tormenta que se vendría horas más tarde y es que la razón de ser de este evento no puede ser más noble: un clamor popular para exigir la aprobación de leyes que regulen el uso vital líquido en todas las manifestaciones en la vida de las personas.
La ironía no puede ser más grande, El Salvador, un país en latitudes tropicales, con abundante precipitación pluvial y con escasez de agua potable para gran parte de sus habitantes y la causa, la desidia, la falta de interés crónica que durante años ha priorizado intereses particulares que no consideran “necesario” establecer leyes que protejan un recurso tan importante.
Una ceremonia maya daba inicio al festival, rindiendo sus respetos a la madre tierra y a las fuerzas de la naturaleza hoy por hoy tan explotadas y vapuleadas por el poder económico.
Las participaciones musicales abrirían con el grupo Jilguero integrado músicos pertenecientes a la Asociación Salvadoreña de Trabajadores as del Arte y la Cultura – ASTAC y cuyos ritmos populares giran en torno a temáticas que buscan Memoria Histórica de El Salvador.
El siguiente en subir al escenario es el grupo Najufre. Nadia Maltez, vocalista, quien también ejecuta muy bien la armónica, arranca los suspiros de más de alguno con su dulce voz y su carismática belleza. Estos jóvenes universitarios en poco tiempo se ha ganado la aceptación y el respeto en el medio artístico gracias sus pulcras ejecuciones, mostrado indiscutible talento en temas de la siempre recordada Mercedes Sosa y otros artistas que rescatan las raíces latinoamericanas.
Las nubes grises hicieron que la noche llegara más temprano. A eso de las cinco de la tarde la luz del sol ya casi se había extinguido y la lluvia comenzó a arreciar.
Era hora de que al escenario subiera el rítmico grupo Son ¾, aunque fue en tempo de 4/4 que interpretaron su primera canción.
Este es un conjunto de músicos con una importante trayectoria que integran en su repertorio formas musicales como el denominado “son centroamericano” para expresar los sentimientos, historia, tradiciones y costumbres de nuestros pueblos pero con eclecticismo integran otros ritmos y sabores musicales como el calipso y el reggae.
El frío empezaba a calar en los huesos y el cuerpo entumecido por la constante lluvia necesitaba un poco de calor, justo en ese momento entró el histórico Súper Pakito Chak, una agrupación de rock latino con infusiones de otros ritmos como el Ska.
“Al que sabe no le cuesta” decía uno de los asistentes al ver la facilidad que mostraban en la ejecución de los “Paquito”, con acordes de guitarra de esos vertiginosos que hacen doblar rítmicamente las rodillas. El respeto del público para una agrupación salvadoreña que una vez tocó en The Cavern Club, lugar donde Los Beatles iniciaron su carrera.
La lluvia no dejaba de caer, pero lejos de aguar los ánimos estos seguían encendidos en el público asistente. Pasó la hora del rock y el hip hop hizo su entrada triunfal en escena con Pescozada.
Pura anarquía y rebeldía. Más de algún ex-presidente salió mencionado por ahí en la algarabía, en las voces de Cesar Díaz Alvarenga (Débil Estar), y Fat Lui o Luís Escobar.
Con un hip-hop que es como un escupitajo en la cara de la hipocresía social y la farsa política, Pescozada, de manera irreverente hace un llamado al despertar de la gente, a la clase trabajadora, para no dejarse engañar por los políticos corruptos mentirosos y a luchar por su derecho a existir en un mundo más justo...y la exigencia por el derecho humano al agua también se hizo presente como un trueno rimado que a fuerza se tiene que escuchar.
La noche iba avanzando, lastimosamente la lluvia no cedió, al contrario, el Aguafest terminó en medio de una tormenta como no se había visto en todo el año...300 milímetros de lluvia en unas cuantas horas, una cantidad inmensa de agua que desbordó ríos y quebradas, demasiada agua para que las pocas áreas de recarga hídrica la absorbieran.
Un triste epílogo
A la mañana siguiente, los estragos de esa insistente tormenta se hicieron tristemente evidentes, centenares de muertos, miles de damnificados en todo el país y la realidad una vez más nos golpea: seguimos sin leyes que regulen y vigilen el uso apropiado de cuencas, se continúan deforestando zonas que en invierno se convierten en avalanchas de lodo y piedras y toda esa agua de la lluvia (que pudiera servirnos en verano) va ha parar a nuestros contaminados ríos, una ironía más, dentro de unos cuantos meses miles de familia tendrán desabastecimiento de agua potable una vez más.
La campaña “El agua es nuestra” promete continuar sus acciones hasta que en El Salvador se aprueben las leyes que sean necesarias para que esa poderosa fuerza de la naturaleza que llamamos agua, sea considerada como un derecho humano.
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